domingo, 22 de diciembre de 2013

La abuela pensionista y la cajera del supermercado

Una abuela, va de compras al supermercado de junto a su casa, y pone en su canasta, las latas de más calidad y caras, de comida para gatos. Una vez que se pone en la caja, le dice a la cajera:
-Yo sólo compro lo mejor en comida para mi gatito. ¡Le tengo tanto cariño!
La cajera le responde:
-Lo siento, pero no podemos venderle comida para gatos, sin que compruebe antes, que tiene usted un gato en su casa.
Debido a la crisis, muchos ancianos compran comida para gatos, y luego por necesidades, ellos mismos se la comen,  y no son aptas para el consumo humano.
Por tanto la gerencia del supermercado, necesita una prueba fehaciente, de que realmente usted tiene un gato.
La anciana muy contrariada se va a su casa, toma a su gato, lo mete en un maletín porta gatos, y regresa al supermercado para demostrarle a la cajera, que tiene un gato en casa.
Una vez visto el gato... le venden las latas sin más trabas.
Al día siguiente, la misma viejecita va al súper, y compra  una caja de galletas para perros.
La cajera le exige de nuevo, la prueba de que tiene un perro, alegando, que muchos ancianos llegan a comerse la comida para perros si están necesitados.
Frustrada, la viejecita va a su casa, regresando con su perro atado y con un bozal puesto en el hocico.
Una vez visto el perro... por fin, le venden las dichosas galletitas para perros.
Un día después, la señora regresa de nuevo a comprar al súper, esta vez, lleva una pequeña caja con un agujero en la tapa.
Al entrar al supermercado, se acerca a la cajera, y le pide a esta por favor, que meta un dedo por el agujero de la tapa.
La cajera desconfiada le dice entonces:
- ¡¡No!!... ¿Está loca?... ¿Quién me dice a mí, que usted no tenga ahí una serpiente venenosa?
La anciana con cara muy seria, le asegura, que en la caja no hay nada que pueda morderla o hacerle daño, y que ella se hace responsable de que nada le pasará. Entonces, la cajera mete el dedo… toca algo blando y pegajoso, e inmediatamente, lo retira  gritándole a la viejecita:
- ¡Esto es mierda señora! ¡¡¡Qué asco!!!
La viejecita, la mira con una sonrisa que le llega de oreja a oreja, y le dice a la cajera:
- Es cierto, querida, tienes toda la razón. Y ahora que lo has comprobado fehacientemente…
¿Puedo comprar cuatro rollos de papel higiénico de doble capa?



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