jueves, 19 de diciembre de 2013

La reproducción de las iguanas domésticas

Esta historia que hoy publico, primero me hizo pasarlo muy mal, (ya que me produjo muchísima angustia), pero luego, me hizo reír muchísimo. Espero que ustedes disfruten leyéndola.

En resumidas cuentas, esto fue lo que ocurrió aquel fatídico y desastroso día, en que decidí ayudar a mi hijo, con sus iguanas en cautividad.

Una noche, (justo después de cenar) apareció mi hijo (muy exaltado) para decirme, que a una de las dos iguanas que tenía en el terrario de su habitación, le pasaba algo raro.
Nervioso y alterado me dijo:
- Está tumbada en la tierra y parece muy enferma. ¡¡Ayúdame!! Te lo digo en serio papá. ¿Me puedes ayudar? ¡Por favor!
Puse mi mejor cara de curandero sanador de iguanas, y le seguí hasta su habitación. Efectivamente, una de las dos iguanas estaba tumbada, hacía unos movimientos muy extraños con las patas delanteras y parecía muy nerviosa. ¡Supe inmediatamente qué debía hacer!
- ¡Cariño!, ven y mira la iguana. ¡No te lo vas a creer!
- ¡Dios mío! Exclamó mi mujer. Está dando a luz.
- ¿Qué? Preguntó mi hijo. Pero... ¡Si se llaman Berto y Félix  mami! Tú me dijiste que eran dos machos ¿No?
Yo me quedé, igual de estupefacto que mi hijo.
- ¡Oye! Le dije. ¿Cómo puede estar pasando esto? Creí que habíamos acordado con el dependiente de la tienda, que no queríamos que parieran.
Le dije a mi mujer, acusadoramente.
- ¡Ya! Pero... ¿Y qué querías que hiciera? ¿Ponerles unas bragas dentro del terrario?
Me respondió ella enojadamente.
A mí, me pareció que lo decía con mucho sarcasmo.
- No, pero… se supone que debías haber comprado dos machos.
Le dije ahora yo, muy enojado.
- ¡Exacto! ¡Berto y Félix! ¡¡Dos machos, eso me dijeron en la tienda que eran, dos machos!!
Mi hijo me apoyaba en todo lo que yo decía.
Para entonces, el resto de la familia ya estaba allí. Para ver en primera persona, qué era lo que pasaba. Me encogí de hombros, tratando de sacar el mejor provecho de la situación que se nos presentaba.
- Chicos... Esta, va a ser una experiencia fantástica, (les dije entusiasmado) y la viviremos en familia.
¡Estamos a punto de ser testigos del milagro de la vida!
¡¡Oohhh, mirad eso!! Me gritaron al unísono entre todos.
Escudriñamos al paciente con detenimiento, y después de mucho esfuerzo, vimos cómo algo parecido a una pequeña patita, aparecía brevemente, volviendo a desaparecer tras un escaso segundo.
- No parece que estemos mejorando mucho.
Comenté.
- ¡Viene de pié!
Susurró mi esposa horrorizada.
- ¡Haz algo, papi!
Urgía angustiado mi hijo.
- ¡Vale, vale!
Les dije.
Delicadamente, pillé la patita a la siguiente vez que apareció, y tiré de ella con mucha suavidad. Pero volvió a desaparecer, al contacto de mis dedos.
Lo intenté varias veces más, todas ellas con el mismo fallido resultado. ¡¡Era exasperante!!
- ¿Llamo al 112 papá?
Preguntó mi hija mayor.
- A lo mejor nos ayudan en el parto de Félix.
¿Os imagináis la escenita del alumbramiento, y rodeado por mujeres?
- ¡Vamos a llevar a Félix al veterinario!
Dije yo seriamente.
Nos metimos en el coche, y mi hijo, llevaba a la iguana en una jaula, sobre sus rodillas.
- ¡Respira Félix, respira!
Decía él para animar a la iguana.
Una vez llegados a la consulta veterinaria, el veterinario, se llevó a la iguana a la sala de exploración.
Allí, estuvo observando detenidamente al animal, primero con una gran lupa, y después, haciéndole delicadas palpaciones por todo el abdomen (que no parecía muy hinchado, por cierto).
- ¿Qué piensa usted doctor? ¿Nacerán vivos? O… ¿Quizás sea necesaria una cesárea?
Le sugerí, con cierto aire médico-científico.
- Esto es muy, muy interesante.
Murmuró el veterinario de repente.
- Señores Guzmán... ¿Puedo hablar con ustedes un momento en privado?
Tragué saliva efusivamente, y le indiqué a mi hijo (con un movimiento de cabeza) que saliera.
- ¿Félix está bien doctor?
Preguntó mi mujer con cara de preocupación.
- Está perfectamente.
Nos aseguró el veterinario.
- Esta Iguana no está de parto. De hecho, eso nunca ocurrirá, ya que Félix, es un macho de iguana.
Verán, Félix es un macho joven, y de vez en cuando, según van llegando a la madurez, como muchas otras especies... pues... vaya... que para desahogarse pues… se masturban.
Justo como acaba de hacer en su casa, tumbándose y realizando esos extraños movimientos espasmódicos, que junto con el movimiento de las patas delanteras, que ustedes me han descrito, coinciden plenamente con el cuadro de masturbación. Tal y como ustedes me explicaron.
El doctor se puso colorado, mientras miraba de reojo a mi mujer, y nos explicaba, todo lo observado en nuestra iguana.
Nos quedamos durante unos interminables minutos, en silencio, tratando de asimilar lo mejor posible, todo aquello que nos estaba pasando.
- O sea... que Félix está... está... simplemente... ¿excitado?
Concluyó mi mujer.
- Exacto.
Replicó el veterinario, aliviado, porque lo habíamos entendido todo a la primera.
De nuevo se hizo el silencio. Hasta que mi maliciosa y cruel mujer, empezó a sonreír, a reírse por lo bajo, después un poco más alto, y al final, terminó a carcajadas.
Se le caían las lágrimas por la cara de la risa que le había entrado.
- Juan es que... me viene a la cabeza la imagen de verte tirando de... su... pequeña... 
Tuvo que parar a coger más aire para la siguiente carcajada. 
- Ja, Ja, Ja, Ja.
- ¡¡¡Ya vale!!!
Le advertí.
Le dimos las gracias al veterinario, y salimos de allí a toda velocidad, metiéndonos en el coche.
Mi hijo, estaba muy contento de que todo hubiese ido bien.
- Sé que Félix, te está realmente agradecido por lo que has hecho, papi.
Me dijo con apuro.
- ¡¡¡Ooohhh!!! ¡Tú no sabes cuánto!
Apostilló mi mujer, casi ahogándose de la risa.

En resumen:

Dos iguanas: 140 €.
Comida de iguanas: 25 €.
Un terrario: 150 €.
Una jaula de transporte: 20 €.
El veterinario: 50 €.

El recuerdo de tu marido tirando de la… “patita" de una iguana salida.

Eso... Eso... Eso... 
- ¡¡¡Eso... Créanme no tiene precio!!!

La moraleja o conclusión de esta historia:



Debes poner muchísima más atención, en las clases de biología. ¡¡Las Iguanas son reptiles y ponen huevos!!

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