Un médico ya viejo, -en edad de jubilación y que siempre trabajó en el ámbito rural-, pensó que había llegado la hora de jubilarse, después de haber ejercido activamente la medicina durante 35 años.
Consiguió
ponerse en contacto, con un joven médico que quería ocupar su plaza como médico
rural. Hablaron y concertaron una cita, donde el más viejo le sugirió al joven,
que le acompañase en las visitas a domicilio que iba a realizar esa mañana,
para que las personas de las aldeas se habituasen a él de manera progresiva.
La primera
consulta que realizaron a domicilio, fue para tratar a una mujer mayor, que se
quejaba de fuertes dolores de estómago.
Llegados a la
casa de la señora, y tras escuchar las explicaciones de los síntomas, el
anciano doctor le dijo a la enferma:
- Señora
Petra... ¿Sabe cuál es la causa más probable, de que le duela tanto el
estomago? Seguramente sea, porque usted abusa demasiado de las frutas, sin
mirar, cuales están en buen estado y cuáles no.
¿Por qué no reduce
un poco su consumo diario de frutas, y además, selecciona las que estén mejor
para comer?
La señora asintió
afirmativamente con la cabeza y le dio las gracias al doctor.
Cuando
salieron de la casa, el joven médico le dijo a su colega:
- Doctor Vázquez...
Usted ni siquiera examinó a esa mujer.
¿Cómo
consiguió hacer un diagnóstico tan rápido? Y por otro lado... ¿Cómo sabe que es
el acertado?
El viejo y
experimentado doctor le contesta:
- Bueno
doctor Sainz, le explico... No merecía la pena examinarla. ¿Sabe? ¿Usted no se
dio cuenta, de que dejé caer el estetoscopio al suelo? Pues... Cuando me agaché
para recogerlo, vi que bajo el sofá, había acumuladas peladuras de naranjas,
manzanas y plátanos, y comprobé que por su aspecto, no eran aptas para el consumo,
además, tenían pinta de haber sido ingeridas hacia muy poco tiempo. Por eso
seguramente, su ingesta, le ocasionó los fuertes dolores de estómago.
En la próxima
visita, será usted quien se encargará del examen médico. ¿De acuerdo?
El joven médico aspirante, mirando a su colega pensó:
- Humm...
¡¡Que astuto es este viejo doctor, como ha resuelto el problema!! Eso es lo que
nos gusta y veneramos los aspirantes, de las viejas generaciones médicas.
En la
siguiente casa visitada, estuvieron entretenidos durante al menos 30 minutos,
hablando con una mujer bastante joven y bella, que estaba acostada en su cama
totalmente desnuda.
La joven, se
quejaba de fatigarse mucho al realizar las tareas domésticas, y también al
realizar el acto sexual con su marido. Explicándoselo de la siguiente forma:
- Doctor...
Me siento totalmente sin fuerzas para limpiar, y atender a mi marido
sexualmente cuando llega de trabajar.
El joven médico, le puso el termómetro a la joven en la axila derecha y -haciendo uso de lo aprendido, tal y como le había enseñado su colega-, le respondió a la joven:
- Señora...
Tal vez usted, se entrega demasiado a las tareas religiosas de la iglesia. Si
redujese significativamente esa actividad religiosa, podría recuperar toda su
energía y vigor.
La mujer se
sonrojó y asintió conforme, el diagnostico médico.
Una vez que
hubieron abandonado la casa, el viejo doctor, le dijo a su pupilo y futuro
sustituto:
- Colega
Sainz... Su resolución y diagnóstico me han sorprendido. ¡¡Cuanta espontaneidad
y determinación ha demostrado!! ¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Cómo supo que
esa mujer, se daba en cuerpo y alma a las devociones religiosas?
- Doctor Vázquez...
Yo apliqué la misma técnica que usted me enseñó. Cuando le puse el termómetro,
dejé caer mi estetoscopio al suelo y cuando me agaché para recogerlo...
¡¡¡Voilà!!! ¡¡¡Vi al cura en pelotas escondido debajo de la cama!!!
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