domingo, 18 de mayo de 2014

Un loro superdotado

Un hombre casado desde hace cinco años, decide un día, que quiere  tener una mascota -y sin pensarlo dos veces- se va de compras a buscarla.Llega a una tienda de mascotas y de repente, en el escaparate, ve a un loro colgado cabeza abajo de su percha para loros.
El hombre -asombrado- se queda mirando al loro, y dice en voz alta...
- ¡¡¡VAYA!!! ¿Qué le habrá pasado a ese loro tan raro?
El loro, -que se da cuenta de que se dirige a él- le contesta:
- Señor, yo nací así, lisiado, soy un pobre loro sin patas.
El hombre, -asombrado por lo que acaba de oír- suelta unas carcajadas.
- Ja, ja, ja, ja. ¡¡¡Me ha parecido como si este loro hubiera entendido lo que dije, y me hubiera contestado!!!
De nuevo el loro le contesta:
- ¿Te ha parecido? Claro que entendí lo que dijiste palurdo. ¿Piensas que solo ustedes los humanos sois inteligentes? Soy un loro sumamente inteligente y muy culto.
El hombre ofendido le contesta:
- ¿Ah sí? Entonces, contéstame esto, ¿Cómo te cuelgas del palo, si acabas de decirme que no tienes patas?
Apesadumbrado, le dice el loro:
- Bueno, verás, es que me da un poco de vergüenza decírtelo, pero... ¡Ya que me has preguntado, te lo voy a decir! 

Un loro superdotadoUso mi pene para colgarme, lo enrollo en el palo como si fuera un gancho, y así me sostengo. Lo que pasa, es que tú no puedes verlo, porque lo cubro cuidadosamente con mis plumas.
El hombre, -que no se recupera de la sorpresa- le contesta:

- ¡¡¡Increíble!!! ¿Realmente puedes entender todo lo que dice la gente y contestar? ¿De verdad puedes hacerlo?
Esta vez orgulloso, le contesta el loro:
- ¡¡¡Claro que sí buen hombre!!! Hablo perfectamente español e inglés. Puedo conversar sin problemas, casi sobre cualquier tema: Filosofía, química, política, religión, fútbol etc… y soy especialmente bueno en “ornitología”. Deberías comprarme, si buscas una mascota, soy un excelente compañero, y las oportunidades pasan.
El hombre, mira el precio en la etiqueta... “400 euros” y dice:
- Ese precio es demasiado alto para mí, yo no dispongo de tanto dinero.
Entonces el loro sisea al hombre... “Pssssst” y moviendo un ala para que se acerque le dice:
- ¡¡¡Señor por favor!!! ¡¡¡Nadie me quiere porque no tengo patas!!!
Ofrézcale al dueño 50 euros, seguro que aceptará.
El hombre agarra su cartera, saca 50 euros, y se los ofrece al dependiente diciéndole:
- ¿Aceptaría usted 50 euros por ese loro?
El dependiente acepta la oferta hecha, y el hombre sale de la tienda con el loro.
Pasan las semanas, y el loro demuestra ser sensacional. Es gracioso, interesante, un excelente amigo, entiende de todo y hasta le da, muy buenos consejos al señor.
Su dueño, está contento y feliz con él.
Un día, el hombre llega de trabajar, y el loro lo llama como hizo en la tienda. “Psssst”, moviendo un ala para que se acerque a él.
El hombre se acerca a la percha del loro, se pone muy cerca de él y agudiza el oído. Entonces, susurrando, le dice el loro:
- No sé si contarte o no, lo que he visto hoy, pero... Es acerca de tu mujer, y el cartero.
Y dice el hombre enojado:
- ¡¡¡¿Qué?!!! ¿Mi mujer y el cartero? ¡¡¡No puede ser, mientes!!!
El loro, intenta quitarle hierro al asunto y contesta:
- Bueno, cuando esta mañana llegó el cartero, tu mujer lo recibió en la puerta, con un beso en la boca.
Ella estaba vestida sólo con: un picardías blanco transparente, un tanga blanco pequeñísimo y un sujetador Wonderbra blanco de encajes.
El hombre alteradísimo pregunta:
- ¿Y después que pasó? ¡¡¡Dímelo, no te calles nada!!!
El loro continúa con su relato de los hechos.
- Después, el cartero entró en la casa y empezó a acariciarla toda dulcemente. ¡¡¡Ella se estremecía nerviosa!!!
El hombre más alterado aún, apremia al loro para que siga contando.
- ¡¡¡Dios santo!!! ¿Y qué más pasó? ¡¡¡Continúa loro!!!
El loro prosigue con el relato.
- Después, le quitó el picardías, también el sujetador, por último, le arranco el tanga de un tirón.
Se arrodilló frente a ella y empezó a besarla por todas partes, empezando por los pechos, suave y lentamente, e iba bajando y bajando por el ombligo.
Y seguía, y seguía, y seguía bajando… 
De repente, el loro se queda callado durante un buen rato…
Al hombre se le va a salir el corazón del pecho y exclama:
- ¡¡¡Bueno!!! ¿Y qué pasó? ¿Qué pasó? ¡¡¡No me tengas más en ascuas!!!
El loro muy sereno contesta:
- ¡¡¡No sé joder!!!
¡¡¡CON LO QUÉ ESTABA VIENDO, SE ME EMPALMÓ, Y ME CAÍ DE LA PERCHA DE CABEZA!!!


Un loro superdotado

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